Historia de la Tipografía
El siglo XIX
La revolución industrial tuvo un impacto dramático en la tipografía. Los tipos hechos por Bodoni y Didot se adaptaron a la naciente industrialización, las lineas delgadas se convirtieron en gruesas disminuyendo el contraste del trazo para soportar mejor las exigencias de la impresión. No duraría mucho.
Aparecieron los tipos pesados y rígidos empleados en los títulos para llamar la atención. Aparece el tipo sans serif, cuya característica más importante es la ausencia de serfis (adornos)
En la segunda mitad del siglo XIX tiene lugar la corriente llamada Historicismo, que se caracteriza por la adopción de formas del pasado. Los materiales impresos parecen pequeños monumentos. El texto aparece centrado y los alfabetos están excesivamente decorados.
En 1796, el músico alemán Alois Senefelder inventa en Munich, casi por azar, la litografía. Con ella acababa de nacer el tercer procedimiento de impresión que, dicho sea de paso, despertó un interés muy relativo en Inglaterra, cuna de la posterior revolución industrial. Este proceso tecnológico conlleva un cambio conceptual verdaderamente notable. La sustitución de las arcaicas prensas por los nuevos ingenios mecánicos permite la ampliación de los formatos de papel a imprimir, con lo cual los carteles -y naturalmente las letras- superan los estrechos límites en que los pequeños forrnatos y los caracteres tipográficos corrientes a que estaban sometidos.
Es tal el impacto que el nuevo procedimiento produce que abre nuevas e indiscriminadas expectativas al tipógrafo, quien usa y abusa de esta técnica hasta límites insospechados. La cantidad de tipos nuevos a los que se somete a toda posible variación es enorme.
Las aplicaciones de la tipografía se multiplican: Carteles, manifiestos, periódicos, publicidad comercial, etc. El uso de caracteres de cuerpo enorme —construidos en madera— y de caracteres góticos que aumentan la superficie de negro sobre la página ya no son suficientes. Así, en el intento de corresponder a las nuevas necesidades, se establecen, de hecho, nuevas directrices en el desarrollo de los caracteres.
En el siglo XIX se crean también las tipologías finas, negras y supernegras (por lo que se refiere al grueso del palo), así como la estrechas o chupadas y anchas (por lo que respecta al ojo de la letra). Aunque la creación de tipos sea probablemente la de mayor volumen y variedad de toda la historia de la tipografía (incluyendo la actual) no será especialmente brillante, destacando, no obstante, la creación de tres familias genuinas: las Egipcias, las Antiguas, Grotescas o Góticas y la Ilamada Escritura inglesa.
Bibliografía:
Jesús Muñoz y Rivero, Manual de paleografía diplomática española de los siglos XII al XVII, 1817
Agustín Millares Carlo, Introducción a la historia del libro y las bibliotecas, Mexico 1971
Web: Unos tipos duros (www.unostiposduros.com)
Lewis Blackwell, Tipografía del siglo XX: Remix, Gustavo Gili, Barcelona, 1998
Web:catarina.udlap.mx
Roland barthes, Historia de la escritura, Editorial: Paidos 2007
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