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Historia de las Bibliotecas




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Historia de las Bibliotecas

SIGLOS XV Y XVI


Con la llegada del renacimiento, todo cambia. No se trata ahora de reunir libros de interés por su contenido o por el autor, sino de bibliófilos que se sienten inclinados por los ejemplares con características especiales. Los Médicis en Florencia son el más claro ejemplo. La biblioteca creada por ellos fue de las mejores de la época.


La Biblioteca Vaticana:

biblioteca vaticana

span class="drop-cap">Los papas debieron tener desde el principio una colección importante de libros a su disposición sin embargo la primera noticia que se tiene es la biblioteca que estaba instalada en el palacio de Letrán. Estos libros debieron desaparecer o dispersarse con el traslado en el siglo XIV a Aviñón. No obstante, allí crearon una importante biblioteca con 2400 volúmenes, donde se quedaron al regresar a Roma. Por fin, el Papa Nicolás V fundó la biblioteca Vaticana en 1448 reuniendo unos 350 códices griegos, latinos y hebreos heredados de su antecesor Eugenio IV así como con sus propias adquisiciones, entre las que estaban varios manuscritos de la biblioteca imperial de Constantinopla. La fundación propiamente dicha tuvo lugar cuando Sixto IV, con la bula Ad decorem militantis Ecclesiae (15 de junio de 1475), le asignó un presupuesto y nombró bibliotecario a Bartolomeo Platina, quien elaboró un primer catálogo en 1481. La biblioteca poseía entonces más de 3.500 manuscritos, lo que la convertía de lejos en la mayor del mundo occidental.

En 1527 sufrió el saqueo de Roma por los soldados de Carlos V cuyos soldados cometieron todo tipo de tropelías. Hacia 1587, el Papa Sixto V encargó al arquitecto Domenico Fontana que construyera un nuevo edificio para albergar la biblioteca, el que se utiliza todavía. A comienzos del siglo XVII se segregó de la biblioteca el Archivo Secreto Vaticano, así como la de Fulvio Orsini que había ofrecido su biblioteca a su muerte a cambio de una pensión vitalicia. Esta contenía códices incluso del siglo IV. En 1623, la Biblioteca Palatina de Heidelberg, que contenía unos 3.500 manuscritos y 5.000 libros impresos, fue donada a la Biblioteca Vaticana por Maximiliano I, duque de Baviera, en agradecimiento por el apoyo que le había prestado el Papa Gregorio XV durante la Guerra de los Treinta Años.

Actualmente tiene más de 700.000 obras impresas (entre ellas 6.000 incunables) además de 60.000 manuscritos. Por desgracia, Hollywood ha hecho ver a muchos una idea muy equivocada de cómo es el interior de esta biblioteca. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

La Biblioteca Colombina:

Fue la primera biblioteca moderna española creada por el hijo de Cristóbal Colón, Fernando Colón. Hombre culto amante de las letras y las matemáticas, y muy aficcionado a los libros, consiguió reunir una cantidad importante en sus viajes por toda europa, gracias en parte a la ayuda económica concedida anualmente por el emperador. Intentó crear una biblioteca abierta a todos los eruditos de la época y que contuviese todos los libros de todas las lenguas y facultades o ciencias que se encontraran en todo el mundo. Tal fue el volumen de obras que adquirió que se vio obligado a construir un nuevo edificio en Sevilla para albergar su biblioteca. Debió tener cerca de 20.000 volúmenes. A pesar de todas las precauciones tomadas en su testament, la biblioteca ha sufrido frecuentes robos a lo largo de los siglos, quedando ésta reducida a una tercera parte en la actualidad


La Biblioteca del Escorial:

biblioteca escorial

La creación de una gran biblioteca en España la tuvo en mente Felipe II desde 1556, pero retrasó el proyecto el «carácter trashumante» de la corte española. La biblioteca, pieza fundamental de cualquier monasterio, deberia estar a la altura de la grandeza de éste y debería ser similar por la riqueza de sus fondos a las mejores bibliotecas europeas. La decisión real de elegir en 1559, con la corte ya establecida en Madrid, a San Lorenzo de El Escorial como lugar de construcción fue una decisión polémica, que contravino las indicaciones de sus asesores, los cuales se inclinaban por localidades como Salamanca, ya que contaban con una gran tradición universitaria y por tanto con mayor interés, a nivel general, por los libros. Además, lo apartado del lugar respecto de las plazas universitarias por excelencia de la época, como la propia Salamanca o Valladolid, fue considerado otro problema añadido.

Los primeros libros llegan en 1565. Eran sobre todo libros en castellano y de carácter religioso. Las primeras adquisiciones se corresponden con 42 duplicados de libros ya existentes en palacio. En 1566 llegó una segunda remesa de libros, entre los que se encontraban piezas de gran valor como el Códice Áureo, el Apocalipsis Figurado o, el más importante, un De baptismo parvulorum de San Agustín, supuestamente escrito de su puño y Felipe II reunió un grupo de personalidades destacadas de todo tipo de disciplinas para asesorarse en la adquisición de copias. La tendencia en estos años será adquirir originales y volúmenes antiguos, pues según el criterio de la época esto era lo que hacía a una biblioteca «aventajada sobre otras». Envió emisarios a los poseedores de las mejores bibliotecas para solicitar su venta. Entre las colecciones más importantes adquiridas figura la de Diego de Mendoza, una de las personas más cultas de su época. Desterrado de la corte por Felipe II se asentó en Italia desde donde tuvo acceso a importantes obras cristianas y turcas. Aunque se negó a venderle la biblioteca en un principio, Felipe II fue nombrado heredero para sanear según decía en su testamento, su conciencia y lealtad. En 1671 sufrió un terrible incendio de 3 dias, perdiéndose 2.000 códices irremplazables. Actualmente cuenta con unos 40.000 volúmenes, incluidos 600 incunables y unos 4.000 manuscritos en latín, árabe, griego y hebreo.


La Biblioteca Nacional Francesa:

biblioteca francesa

El núcleo de ella lo formó la llamada Biblioteca del Rey, que fue una gran biblioteca puesta a disposición del público durante el siglo XIII, quedando dispersada a principios del siglo XV. Francisco I la rehizo a finales de la centuria., uniendo su propia biblioteca con la de sus antecesores inmediatos y con la incautación de los fondos del condestable Borbón. Posteriormente recibe 800 volúmenes de la biblioteca de Catalina de Medici y a la muerte de Luis XIV que la protegió enormemente ya contaba con 70.000 volúmenes. Con la Revolución Francesa sus fondos sufren sus efectos ya que la Asamblea Nacional ordena la incautación de las posesiones de monasterios e iglesias así como la de los nobles emigrados. Según un informe del abate Grégorie (1794) se recogieron en total la sorprendente cifra de 8 millones. De ellos, algunos fueron subastados, otros pasaron a bibliotecas menores y 300.000 a la biblioteca nacional entre ellos 9.000 manuscritos Benedictinos de incalculable valor.

La Biblioteca Nacional de Austria:

Su fundación se debe a Maximiliano II que en 1551 ordenó por decreto que los impresores entregaran 3 ejemplares de todo lo que produjeran. El aumento de la colección obligó a trasladarla en el siglo XVII al palacio imperial donde sus 10.000 volúmenes y 1.600 manuscritos ocuparon 8 salas. En el siglo XVII se adquirió la biblioteca de los Fugger (15.000 volúmenes), la del astrónomo Tycho Brahe, así como la de importantes coleccionistas privados. Otras incorporaciones importantes fueron la del príncipe de Saboya -1738- y las de los jesuitas al disolverse la orden.

La Biblioteca de la Universidad Complutense:

Al comenzar el siglo XVI se crea la biblioteca de la universidad de Alcalá por el cardenal Francisco Jimenez Cisneros, arzobispo de Toledo y uno de los mecenas más importantes que ha tenido el libro en España. Gracias a su patrocinio de la Biblia Políglota Complutense, se reunió en Alcalá una gran colección de manuscritos -algunos requisados en Granada-, auque en su contra figure la quema de 5.000 libros en la misma ciudad. La biblioteca alcanzó en el siglo XVII los 6.000 volúmenes y gracias a agregarse la biblioteca de la casa de los jesuitas al ser espulsados de España por Carlos III, su número creció enormemente. Fue también en este siglo cuando un colegial vendió varios códices árabes a un polvorista para fabricar cohetes. En el siglo XIX se reunieron las bibliotecas de los distintos colegios y posteriormente la universidad fue trasladada a Madrid donde en 1849 abrió sus puertas con 20.000 volúmenes. Actualmente hay 635 incunables y volúmenes tan vailosos como la Políglota de Alcalá y Amberes

Bibliotecas en Iberoamérica:

Las bibliotecas de iberoamérica están compuestas, en su mayoría, por libros impresos que datan del siglo XV al XIX que se les denomina bibliotecas novohispanas. Su formación se debe a los religiosos de las distintas órdenes, quienes para cumplir su misión evangelizadora y educativa. La iglesia a través de las distintas órdenes religiosas (franciscanos, dominicos, agustinos, jesuitas y mercedarios) ejerció un importante papel en el proceso civilizador de América. Desde sus orígenes, la instrucción, como en Europa, estuvo en manos de los religiosos; para ello se construyeron bibliotecas al amparo de los conventos, útiles a las escuelas dedicadas a la enseñanza de la lectura, escritura y doctrina de la santa fe. Más tarde los cabildos se interesaron por la apertura de colegios a cargo de maestros seglares y por la fundación de la Real y Pontificia Universidad; instituciones que también ostentaron bibliotecas de mayor o menor importancia.

De acuerdo con la obra Historia de las bibliotecas novohispanas, escrita por el doctor Ignacio Osorio Romero (siglo XVI), hubo bibliotecas en colegios y seminarios conformadas por las colecciones privadas de obispos, como la del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco cuyos libros pertenecieron al obispo Juan de Zumárraga; también existieron en el Colegio de San José de los naturales (1527); el Colegio de San Nicolás Obispo (1538); en la Real y Pontificia Universidad (1553); el Colegio Mayor de Santa María de Todos Santos (1573); el Colegio de San Pablo (1575) de los agustinos en la ciudad de México; el Colegio de Santa Cruz en Oaxaca, fundado en el último cuarto del siglo; el de San Luis Rey (1585) de los dominicos en Puebla.



Escribir es un ocio laborioso.
Johann W. Goethe.

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