Historia del libro español: La España Visigótica
P ara comenzar con la historia del libro antiguo español, nos parece un buen punto de inicio el reino visigodo, pues nada de las etapas anteriores ha quedado en papel o papiro -aunque sí, numerosas inscripciones en monumentos o distintos objetos-. La España visigoda comienza en el siglo VI cuando fueron derrotados por los francos y obligados a replegarse a la península ibérica, con capital en Toledo. Los godos cuando entraron en España, trajeron un tipo de escritura que se conoce con el nombre de Ulfilana que no es la escritura visigótica propiamente dicha. Según el monje historiador del siglo V, Sócrates, refiere que Ulfilas era originario de Capadocia. Hecho prisionero en el 366, cuando los godos se convirtieron al cristianismo, fue comisionado ante el Emperador Valente para solicitar territorios donde los godos pudieran refugiarse. Este les otorgó la Moesia, (Europa Oriental) donde Ulfilas crea un tipo de signos y traduce a ese idioma las sagradas escrituras. Esta escritura tomó el nombre de moesogótica o ulfilana. Muestras de esa escritura se conservan en la Biblioteca de Upsal, bajo el nombre de Códice Argenteo, algunos fragmentos se conservan también en la biblioteca del Vaticano, pudiendo apreciarse que la letra ulfilana es la escritura griega modificada y acomodada a las necesidades de los godos. De los 25 signos que posee el alfabeto ulfilano, 18 son griegos y 7 romanos. Cuando se establecieron en España en el 414, llevaron consigo las escrituras.
En estos siglos las escrituras más corrientes eran la uncial y la semiuncial pero ya comienzan a aparecer en los libros nuevas escrituras cursivas y minúsculas derivadas de la antigua cursiva latina, dando nacimiento a las distintas escrituras nacionales que se impusieron en el siglo VIII. En españa, la escritura se llamó visigótica. ara comenzar con la historia del libro antiguo español, nos parece un buen punto de inicio el reino visigodo, pues nada de las etapas anteriores ha quedado en papel o papiro -aunque sí, numerosas inscripciones en monumentos o distintos objetos-. La España visigoda comienza en el siglo VI cuando fueron derrotados por los francos y obligados a replegarse a la península ibérica, con capital en Toledo. Los godos cuando entraron en España, trajeron un tipo de escritura que se conoce con el nombre de Ulfilana que no es la escritura visigótica propiamente dicha. Según el monje historiador del siglo V, Sócrates, refiere que Ulfilas era originario de Capadocia. Hecho prisionero en el 366, cuando los godos se convirtieron al cristianismo, fue comisionado ante el Emperador Valente para solicitar territorios donde los godos pudieran refugiarse. Este les otorgó la Moesia, (Europa Oriental) donde Ulfilas crea un tipo de signos y traduce a ese idioma las sagradas escrituras. Esta escritura tomó el nombre de moesogótica o ulfilana. Muestras de esa escritura se conservan en la Biblioteca de Upsal, bajo el nombre de Códice Argenteo, algunos fragmentos se conservan también en la biblioteca del Vaticano, pudiendo apreciarse que la letra ulfilana es la escritura griega modificada y acomodada a las necesidades de los godos. De los 25 signos que posee el alfabeto ulfilano, 18 son griegos y 7 romanos. Cuando se establecieron en España en el 414, llevaron consigo las escrituras.
Todos los documentos de estos primeros siglos se perdieron pues Recaredo, tras convertirse al cristianismo ordenó tras el Concilio de Toledo la reunión y quema de todos ellos en la misma ciudad. Posteriormente, cambiaron su alfabeto al mozárabe o toledano (aunque también se le llamó gótico o visigótico). De entre los textos -supuestamente- visigodos destacaremos el Pentateuco de Tours o de Ashburnaham (robado en una iglesia de Tours y vendido a éste noble inglés), el códice De Baptismo parvulorum y finalmente un palimpsesto con la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea. El pergamino utilizado contiene un texto blíblico y el llamado Breviario de Alarico.
El libro en la España Mozárabe
Tras la invasión musulmana, muchos eruditos buscaron refugio en los reinos nortes libres de su yugo o en otros países europeos. Gracias a estos rescoldos visigodos, nos han llegado a nosotros los pocos textos visigodos que se conservan. Sin embargo, otros se quedaron en el sur conservando sus creencias cristianas y se conocen como mozárabes. El mayor foco de cultura lo concentraron como no, en Toledo. Allí brilló el arzovispo Elipando, defensor del adopcionismo (Cristo era hijo adoptivo de Dios), contra el que luchó el famosísimo Beato de Liébana (al cual aludiremos en otro apartado especialmente dedicado a sus comentarios). De los códices mozárabes más antiguos señalaremos la “Moralia in Job” y el Breviario mozárabe del siglo X, (el primero se conserva en la Catedral de Toledo y el segundo en la BNE), así como el Liber Místicus del siglo XI. Tras la caida del Califato cordobés -sin parangón en la europa carolingia- los reinos de Taifas fueron cortes muy cultas. Además de Toledo, Córdoba y Sevilla fueron importantes centros de cultura mozárabe. La primera, fue testigo de una persecución de los cristianos, inquietos por la filtración de la lengua y cultura islámica en la sociedad cristiana.
Con el paso del tiempo la filtración progresiva pero imparable del mundo árabe, hizo que poco a poco se abandonara definitivamente el latín para adoptar la lengua árabe. Uno de los códices más antiguos que se conservan es el Codex Toletanus o Biblia Hispalense del siglo IX, considerado el códice más característico de los mozárabes andaluces. A pesar de la reconciliación de los árabes y cristianos, con el paso de los siglos, el latín desapareció por completo y sólo unos cuantos reductos en el norte, resistieron el asedio del árabe
El libro en los Reinos Cristianos del norte
Ya se ha indicado que la aparición de la escritura visigótica, al sobrevenir la invasión musulmana estaba ya formada. Su uso fue general en todas España tanto entre mozárabes como en los Estados cristianos, teniendo dos variedades: la minúscula y la cursiva, siendo la primera la más usada con gran diferencia.
En comparación con con sus contemporáneos del sur, los reinos del norte fueron en general pequeños y de escasa producción. Mayoritariamente, copiaron los libros traidos de mozárabes emigrantes. Se conservan muchas obras de esta época, como por ejemplo la Biblia mozárabe (año 920) y el Antifonario (siglo X) ambos de la catedral de León. El Codex gothicus legionensis, miniada por Florencio y que se conserva en la colegiata de San Isidoro de León data del año 960 y en sus márgenes aparecen anotaciones en árabe y latín. De Florencio, uno de los miniaturistas más importantes de estos siglos, se conserva también un folio de la Biblia de Oña (año 943) y el Liber Comitis.
Las Glosas Emilianenses, escritas en el siglo IX o X, es un pequeño libro y pasaría casi desapercibido en nuestra historia del libro antiguo español si no fuese por las glosas en romance que algún monje escribió en el margen para facilitar la comprensión del texto en latín. Aunque se dice que son las primeras palabras escritas en castellano, están en romance navarro-aragonés, además dos de ellas escritas en lengua vasca
Centro de producción muy activo y famoso fué el monasterio de Silos en Burgos, que a pesar de sufrir los ataques de los califatos peninsulares, tuvo una importante biblioteca que fue dispersada a consecuencia de la desamortización del siglo XIX (funesta para importantes bibliotecas españolas que fueron a parar por cantidades ridículas al extranjero). De allí procede el Beato que se encuentra en la British Library.
Allí se conserva un folio de un beato del siglo X con los Comentarios de Smaragdo a la Regla de San Benito, además de un Breviario con hojas de papel, siendo éste el códice más antiguo de toda Europa escrito sobre papel (hasta entonces se hacían en pergamino).
Son los libros de esta época de caracter fundamentalmente religioso, normalmente de pobre presentación (para vender o cambiar con otras iglesias), escritos en letra visigótica a 3 columnas. La fecha, lugar y nombre del copista e iluminador si estaban presentes, lo hacían en el colofón, ya que la portada no llegaría hasta el siglo XV. Los libros mozárabes se prolongaron hasta el siglo XII