Historia del libro en Europa: El siglo XVII: La consagración del libro
Mientras el siglo XVI acontece con más luces que sombras en las historia del libro antiguo, en el XVII se produce un vuelco. Se desarrollan las monarquías absolutas y el Barroco. Nace el mercantilismo con las correspondientes guerras por el control de las materias primas. Es un siglo de crisis económica generalizada, en buena parte propiciada por estas guerras de Religión que sacuden a Europa. Sin embargo también es un siglo notable para el desarrollo del pensamiento, de la ciencia y la creación literaria.
Cont todo esto, la actividad libraria va a entrar en crisis. Los libros en esta época se publican con muy mala calidad, , tratando de abaratar precios para conseguir una mayor cuota de mercado. Este nuevo público al no saber leer necesita unas lecturas más sencillas. Por esta causa van a aparecer los denominados folletos o “relaciones de sucesos”, son de carácter informativo o polémico. Aparecen las primeras publicaciones periódicas y las revistas científicas.
La ilustración y ornamentación barroca ocupan las portadas del siglo XVII con profusión de frontispicios, letras iniciales, cabeceras, remates, escudos nobiliarios, emblemas, alegorías y retratos. El grabador comienza a salir del anonimato y a firmar sus obras. Al igual que con la difusión de la imprenta, los primeros grabadores proceden del norte de Europa, sobre todo de Holanda y ellos formarán en sus técnicas a la siguiente generación
Durante el siglo XVII se produce la eclosión del grabado en cobre. Hasta entonces, los grabados siempre habían sido en madera aunque en 1477 ya se publicó un libro con grabados en cobre. El rechazo de éstos, se debía a que son necesarias dos etapas -una para el texto y otra para los grabados- cosa que no sucede así para los grabados en madera. Es a finales del siglo XVI cuando esta técnica resurge con enorme fuerza. Un buen ejemplo es el Theatrum urbium de George Braun de 1572, una obra geográfica con más de 2.000 mapas y vistas. Célebres fueron lso grabadores franceses, sobre todo Jacques Callot (cuya biografía podéis consultar en la sección correspondiente de ésta página).
El estilo barroco domina la ornamentación de los libros, con grandes formates y abundancia de frontispicios con variedad de alegorías y distintos motivos. Por encima de todas destacan las realizadas por Rubens (muy amigo de Balthasar Moretus).
Los Países Bajos y Francia
En los Países Bajos son un oasis en medio del desierto. Ello fue debido en parte a la importante situación política que alcanzaron los Países Bajos y a la posibilidad de escapar de la férrea censura de los estados absolutos -sobre todo España-. Allí continúa la predominancia de la casa Plantino que compite con la zaga Elzevir. Este nuevo taller lo había fundado un encuadernador de Plantino que había emigrado por motivos religiosos. Su fama se debe a la edición de clásicos en formato 12º, la elegancia del diseño, a la claridad y regularidad de los tipos utilizados, y por último a la finura del papel. Tuvo 9 hijos y, a su muerte en 1617 estos continuaron con el negocio editorial, abriendo librerías en La Haya, Utrech y Ámsterdam. Publicaron más de 2000 obras, la mayor parte de ciencias clásicas, como religión y teología, aunque también destacaron las obras de derecho y de política. Durante el S.XVII el taller entró en decadencia, liquidando en 1712. Si quieres saber más, tienes una amplia biografía de los Elzevir y los Plantino en la sección de biografías.
A pesar de entrar en decadencia, no podemos olvidarnos de Francia, con su gran desarrollo literario. Sin embargo, en el campo donde destacaron fueron como grandes bibliófilos. Los reyes, nobles y burgueses adinerados rivalizaban por tener la mejor biblioteca (algo similar a la España del siglo XXI). Aunque esto empezó a darse con Luis XIV, fue con sus sucesores -Luis XV y XVI- cuando la bibliofilia francesa tomó impulso. Así nos encontramos con Nicolás Claude de Peirese y sobre todo por Richelieu, Mazarino y Colbert. Los dos primeros formaron una impresionante biblioteca para lo que contaron con la inestimable ayuda del bibliófilo y erudito Claude Naudé (de nuevo, su biografía está en la sección correspondiente).
Es también un siglo de grandes cambios para los edificios que albergaban los libros: las bibliotecas, cuya arquitectura fue cambiando lentamente, pasando de la costumbre medieval de colocar los libros sobre pupitres a tener una gran sala con estanterías a lo largo de las paredes donde se colocaban los libros en las estanterías. Así se crea la Biblioteca del Escorial, la Mazarina o la Biblioteca Real de Viena con su famoso salón de cúpula.
La encuadernación en el siglo XVII
En cuanto a la encuadernación de esta época, nos encontramos con muchos volúmenes encuadernados en piel francesa jaspeados imitando a la concha de tortuga o coloreados con carburo de hierro y sin más decoración que la del lomo. Muy sobria es también la inglesa en badana, sin guardas en el interior. En España como sabemos, nos encontramos la típica encuadernación en pergamino con el título rotulado en el lomo.
Son encuadernaciones modestas procedentes de siglos anteriores a las cuales los grandes coleccionistas eran casi ajenos. En Francia aún imperaba el estilo "à la fanfare" pero a principios de siglo empiezan a usarse hierros con lineas punteadas, extendiéndose al lomo o al interior de las tapas. En las guardas que hasta entonces eran de papel blanco, aparencen ahora jaspeadas al igual que los cantos. Se considera como iniciador de este estilo al francés Le Gascon (no se sabe si es su nombre o seudónimo). También en Francia nos encontramos con la encuadernación jansenista -en alusión a la estricta doctrina de esta tendencia religiosa-, encuadernación carente por completo de decoración.
Bibliografía
Escolar Sobrino, Hipólito. Historia universal del libro. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Pirámide, 1993
Luis Cortés. Del papiro a la imprenta. Junta de Castilla León, 1997.
Dahl, Svend. Historia del libro. Madrid: Alianza, 2001
Clair, Colin. Historia de la imprenta en Europa. Madrid: Ollero, 1998
Simón Diaz, José. El libro español antiguo. Madrid: Ollero, 2000