Historia del libro español: La Baja Edad Media.
La Baja Edad Media
Tras el Concilio de León en 1090 se sustituya la escritura visigótica o toledana por la carolingia. Durante los siglos VIII al XII se han ido formando importantes núcleos monásticos en Europa. En España, en la baja edad media aparece una nueva clase social: La burguesía. Frente a la Europa rural de la alta edad media, aparecen las ciudades, nuevos focos de cultura y saber. Se revalorizan las viejas escuelas catedralicias, siendo éstas el germen de la “universitas”. Bolonia se funda en 1158, desligadas del poder eclesiástico. Con la mayor paz que desde entonces alcanzaron los pueblos de Europa, la cultura alcanzó un notable desarrollo y empezó a interesar al elemento laico fuera del recinto de la Iglesia. La consecuencia más importante en la historia del libro es que el copista dejó de ser exclusivamente eclesiástico, convirtiéndose pronto su ocupación en una forma de ganarse la vida. Estos copistas profesionales, clérigos o laicos, trabajaban para aquel que lo solicitara, ya sean personales o instituciones, eclesiásticos o seglares.
En un principio el maestro leía el texto y los alumnos se limitaban a escuchar su explicación. La práctica de la escritura en las 'universitas' no llegan hasta el siglo XIII. Hasta entonces, existía un “estacionario” cuya misión era la de conservar los “ejemplares” o textos oficiales aprobados por la universidad, cuidando de ser copias todas ellas, fidedignas del original. Copiar un libro, se convertía pues en herencia de periodos anteriores, de forma similar a como los monjes en la Europa medieval, oscura y lúgubre en muchos sentidos, copiaban los textos antiguos en sus refugios monásticos del saber. Poco duró este antiguo sistema, pues pronto los ejemplares se dividieron en “pecias” (o cuadernos) encargándose un copista de una sola pecia. Unidas las pecias, formaban el libro.
Es fácil ver este sistema por el cambio de letra de una pecia a otra o por la numeración que a veces aparecen en ellas. Al ser un sistema mucho más “comercial”, se va produciendo el cambio de pergamino por papel así como la sustición de formatos grandes (como el gran folio) por otros mucho más manejables.
Estas pecias se alquilaban por los estacionarios a los estudiantes o copistas que así lo solicitaran por un precio fijado por las autoridades universitarias. Así era posible sacar tantas copias simultáneas de una obra cuantas eran las pecias (peciae) que constaba el ejemplar. En muchos casos una obra constaba de 30 o 40 pecias. Cuando comenzó este sistema no se sabe con seguridad pero encontramos en las Siete Partidas que se comenzaron a componer antes de 1259 por orden de Alfonso X una ley sobre la pecia que se denominaba con el nombre de "Cuaderno".
Estacionarios ha meester que haya en cada estudio general para ser complido et que tenga en sus estaciones libros buenos et legibles et verdaderos de texto et de glosa que los loguen para los escolares para enxemplarios, para facer por ellos libros de nuevo o emendar los que tuvieren escriptos; et tal tienda o estación como ésta non la debe ninguno tener sin otorgamiento del rector del estudio [...] Otrosí mando e tengo por bien que haya un estacionario, e yo que le de cien maravedís, e él que tenga los exemplarios buenos e correchos.
Los estacionarios no sólo alquilaron las pecias sino que además se dedicaron a vender libros, por lo que se creó en su entorno un pequeño comercio de librería que hasta entonces no existía. Así comenzó el oficio de librero. Este sistema de invención parisina se extendió al resto de la Europa universitaria y estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XV En esta época la foliación de los códices era extremadamente rara y su generalización que se se debe al hecho de saber dónde se encuentran determinados pasajes, cediendo siglos después a la paginación.
En las bibliotecas medievales los libros se consultan “in situ”, pues estaban atados a los pupitres mediante cadenas para evitar su robo. A estas antiguas bibliotecas no podemos compararlas con las actuales. En el caso de Salamanca, un arcón bastaba para almacenar sus pobres fondos. Por otro lado el intercambio de libros o de pecias entre universitarios debió de ser frecuente, de los cuales se ocupada la figura del “bedel”
Llegados al siglo XIII destaca la figura del rey Alfonso X el Sabio, persona que hereda un gran interés por las ciencias. El mundo cultural sufre un gran impulso sobre todo con la “escuela de traductores de Toledo”. No se limita a patrocinar obras literarias sino que reune a su alrededor intelectuales que el mismo dirige y orienta. Con intención de hacer públicas muchas de las obras hasta entonces sólo escritas en árabe o latín, declara el “lenguaje de Castilla” como de uso común y así, se inicia la traducción a la lengua vulgar: el castellano. De aquí salen las Siete Partidas, la General estoria -primera historia universal en castellano- y otras obras científicas. Son muchos los códices salidos de la corona de Castilla, bien desde Toledo o de otras ciudades con una importante producción. Quizás los más ricos son las Cantigas con un valor artístico incuestionable, las Siete Partidas, El Lapidario o Los libros del ajedrez, dados y tablas.
En el siglo XIV, el pergamino se sigue usando con frecuencia pero el papel ya parece haber ganado la batalla. No hay que olvidar que España fué el primer país europeo en conocer este invento. En esta etapa se fabricaba con trapos y cáñamo, dando lugar al oficio de trapero que eran los encargados de llevar estos productos a los molinos, donde eran seleccionados según su color y procedencia. Se produce un renacer literario que llegará hasta los Reyes Católicos. Isabel, es una amante de los libros como sus predecesores, encontrándose la mayoría de sus códices que hasta nosotros han llegado en la Biblioteca del Escorial a donde fueron trasladados por orden de Felipe II. Son libros, mayoritariamente en castellano, de temática religiosa y en papel en formato que hoy conocemos como gran folio (unos 28 cm) y en su mayoría, pobremente iluminados.
El libro en el Reino de Aragón
Aragón fue un país muy influenciado por su cercanía a Francia y su abundante comercio con otros países del mediterráneo. Su producción de libros fue muy importante. Podemos por ejemp0lo destacar la labor que hicieron los escritorios catedralicios en la Corona de Aragón, destacando sobre todo por sus magníficas biblias.
En Aragón las universidades no fueron tan importantes como en Castilla, pero también tuvo una importante producción de libros antiguos, Destaca la de Lérida que obtuvo merecida fama. Es en esta época donde se dan las primeras manifestaciones en lengua catalana (aunque hay alguna más anterior, incluso en el siglo IX). Precisamente, se considera el primer texto en catalán las Homilies d’Organyà, sermones sobre el nuevo testamento que se conservan en la Biblioteca de Cataluña.
Fue en el siglo XIV la gran época del catalán, con una abundantísima literatura. Un digno representante de estos siglos sería la Crónica de Ramón Muntaner que se conserva en la Biblioteca del Escorial.