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Historia del libro español:
Los siglos XVII y XVIII




PARTE III: LOS SIGLOS XVII Y XVIII.

Introducción

El libro antiguo en el siglo XVII

El libro antiguo en el siglo XVIII

Joaquin Ibarra

Antonio Sancha


Joaquín Ibarra

No es posible entender el libro antiguo español sin la figura de Joaquín Ibarra (1725-1785). Su actividad comienza en la Universidad de Cervera junto a su hermano. Posteriormente se traslada a Madrid a trabajar en la imprenta de su tio, Antonio Marín de quien se separa en 1753. En 1776 es nombrado Impresor de Cámara y en 1779, Impresor de la Real Academia Española.


Su tratamiento del papel, el doble paso de las hojas por el tórculo para anular las huellas de la prensa o su regulación de la composición de la tinta según los cambios térmicos hicieron de los libros salidos de su taller, los más importantes que jamás se han impreso en España. En 1772 publica la traducción que Gabriel Antonio, hijo de Carlos III ha hecho de las obras de Salustio “La conjuración de Catilina y La guerra de Yugurta”. El trabajo de Gabriel es impecable, como también lo es la edición del libro.

Guerra de Yugurta y conjuracion de catilina

Texto a dos columnas en latín ocupando un tercio y la traducción en cursiva, ocupa los dos tercios restantes con notas al final de las obras. Ilustraciones por parte de Manuel Salvador Carmona, Antonio Salvador y otros. La portada sobria, limpieza de sus grabados hacen de libro una obra de calidad excepcional.


Pero si algún libro salido del taller de Ibarra es conocido, este no es otro que “El Quijote”. En aquel último cuarto del siglo XVIII, a grandes rasgos, el mundo de las ediciones de El Quijote estaba dividió en dos: las impresiones de alta calidad de Francia, Flandes e Inglaterra y las de muy mala calidad que eran las que se hacían en España. Don Vicente de los Ríos, caballero de Santiago y capitán del Real Cuerpo de Artillería, leyó ante los académicos su “Elogio histórico de Miguel de Cervantes”. Tras aquel discurso, se escribió al rey proponiéndole la impresión de una magna edición de la obra de Cervantes y el 12 de marzo de 1773 Carlos III, por mano de su Secretario de Estado Grimaldi respondía que “ha merecido la mayor aceptación y aplauso del rey el pensamiento de imprimir la Historia de don Quijote, tan correcta y magníficamente como V.S. me expresa en su papel”



academia lengua

Tomando como referencia la edición del Quijote publicada por el mismo Ibarra en 1771, se toma en 1773 el acuerdo por parte de la Academia de editar una nueva edición, que corrija los errores del pasado y sea la mejor edición publicada hasta la fecha. El taller elegido es el de Joaquín Ibarra, que contaba ya con una docena de prensas y casi 100 operarios. Finalmente éste empieza a imprimirse en 1777 viendo la luz en el año 1780. Dos de los pintores más importantes de la segunda mitad del siglo XVIII, académicos de San Fernando, Antonio González Velázquez y Andrés de la Calleja, revisaron el retrato del “Manco Sano” que debía decorar la edición que estaba dibujado por José del Castillo .


A partir dee ahí se contaron con Antonio Carnicero, que haría diecinueve escenas, pero colaboraron también otros pintores y dibujantes de la misma generación, como Bernardo Barranco, con dos dibujos, José Brunete, Gregorio Ferro y Jerónimo Antonio Gil, con uno cada uno, mientas que el arquitecto Juan Pedro Arnal realizó el frontispicio para los volúmenes III y IV.

A Tomás López y a Vicente de los Ríos se encargaron el mapa de los viajes de don Quijote y de La Mancha Los dibujos se pasaron a los grabadores. José Joaquín Fabregat, realizó siete (uno de ellos sobre dibujo de Goya, el de la aventura del rebuzno. No se conserva el dibujo original y además, no se ncluyó en la edición el grabado de Goya; Francisco Muntaner seis; otros siete Fernando Selma; cinco Joaquín Ballester; tres Manuel Salvador Carmona; dos de Juan Barcelón; otros dos Pascual Moles y uno de Jerónimo Antonio Gil, más el frontispicio para los dos últimos tomos, obra de Juan de la Cruz

En esta edición, los elementos decorativos juegan un papel primordial. Todo es cuidado al más mínimo detalle. La Real Biblioteca presta los tipos creados expresamente por Gerónimo GIl para ella. El papel es traido de los molinos de José Florens y la tinta de una calidad insuperable.


Como ya hemos dicho, el Quijote vio la luz en 1780 en cuatro volúmenes en formato 4º. Se podía comprar en su propio taller sin encuadernar al precio de trescientos reales. El mismo Carlos III visitó frecuentemente el taller de Ibarra mientras este se editaba y tras su publicación, exhibió orgulloso la obra a los embajadores extranjeros.

Curiosamente, de esta edición se conservan la mayoría de los ejemplares, pues ocuparon un lugar privilegiado en las bibliotecas de reyes y nobles, gracias a lo cual, la mayoría han llegado hasta el dia de hoy. Posteriormente en 1782, se publicaría otra nueva edición en 8º y mucho más intimista.


Tras la muerte de Ibarra, primero su viuda y luego sus hijos siguieron al cargo del taller. Pero su calidad y los ingresos fueron disminuyendo poco a poco, cerrando las puertas a principios del siglo XIX


Nota: Puedes encontrar la vida completa de este personaje en la sección 'Biografías'.

Los libros son amigos que nunca decepcionan.
Thomas Carlyle.

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