Historia de la Encuadernación del libro
La encuadernación en Bizancio
El papel histórico ciertamente importante reservado al Imperio Bizantino ha sido el de transmisor de los textos clásicos griegos al mundo moderno. Por un lado, sus eruditos copiaron pasajes de esctores clásicos en sus obras; por otro recogieron, corrigieron, anotaron, y conservaron cuidadosamente las obras clásicas.
La encuadernación bizantina influyó en la de la Europa occidental y dió lugar a un estilo denominado bizantino o a la griega. Las encuadernaciones bizantinas se caracterizan por no tener cejas, es decir que las placas son cortadas a las dimensiones exactas del cuerpo del libro, mientras que el lomo, que era liso, se prolongaba por arriba y por abajo. Las tablas de las tapas iban forradas en cuero, en las lujosas con piel de cabra, seda o brocado. El códice se cerraba con uno o tres broches.
Sus tapas presentan un anclaje muy característico: con el hilo de costura se entra en cada tapa después de haber salido repetidamente por cada estación de costura para formar un conjunto de líneas (alojadas convenientemente en una ranura) paralelas al lomo.
La encuadernación de los codices lujosos se adornaba con esmaltes, metales y piedras preciosas. Mientras que los normales llevaban decoración grofada, con hierros fríos o calientes sobre la piel.
Por desgracia, en demasiados casos los manuscritos bizantinos no suelen haber conservado su encuadernación primitiva, ya que en su mayor parte los manuscritos griegos que conservamos en nuestras bibliotecas son relativamente recientes (siglos XIV-XVI). Durante muchos siglos ha sido habitual que cuando una colección privada o una biblioteca los adquiría, muchos perdían su encuadernación antigua y se dotaban de una encuadernación moderna ornamentada según los gustos o escudo de armas del coleccionista ó del rey de la época.
La encuadernación Bizantina tuvo una influencia decisiva en la encuadernación europea de la Alta Edad Media.
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