Los ataques vikingos a Irlanda
El primer ataque a Irlanda se produjo en monasterio de la isla de Lambay, cerca de la costa de Dublín en el 795. Tan solo dos años antes, los vikingos devastaron el monasterio de Lindisfarne, en Northumbria, fundado igualmente por monjes irlandeses. Pronto le tocó el turno a la isla de Iona, en donde murieron 68 monjes.
Los primeros ataques fueron siempre a pequeñas islas cercanas a la costa, en donde solía haber monasterios. Así eran lugares fáciles de saquear, con botín abundante, y proporcionaban una fácil retirada en caso de ataque por parte de los nativos. Pronto los ataques se intensificaron, y no hubo monasterio cercano a la costa que no sufriera algún tipo de agresión por parte de los vikingos. Los monjes también respondieron y no tardaron en fortificar los monasterios con piedra, lo que daría lugar, a partir del siglo X, a las primeras torres circulares monásticas donde escondían los libros de mayor valor y otras reliquias.