El ataúd de Antón ChéjovTras la muerte de Antón Chéjov, los empleados del tren que habrían de repatriar su cadáver confundieron el ataúd con una carga normal, por lo que colgaron un letrero en la caja donde se podía leer: ‘Ostras frescas’.
¿Tipos o fuentes?Un tipo de letra es el conjunto de letras diseñadas con una misma unidad de estilo. El tipo de letra suele utilizarse como sinónimo de fuente y de hecho, es más común usar hoy en dia “fuente” para referirse a “tipo”. Esto es debido a la decisión de Microsoft de llamar “fonts” a los tipos en sus primeras versiones del sistema operativo Microsoft Windows
James Lackington Su gran amor por los libros viene ilustrado por la historia de su llegada a Londres con su mujer donde gastó su último dinero en un libro de poemas, tras lo que declaró “si yo hubiese comprado un almuerzo, ya no habría nada mañana y el placer acabaría pero si viviésemos 50 años más, tendríamos estos poemas para celebrarlo”.
La primera biblioteca de ferrocarrilesEn 1858 en la estación del ferrocarril de Madrid a Alicante se instala la primera “biblioteca de ferrocarriles”, existiendo a partir de 1893 en las principales estaciones estantes y armarios para la venta de libros y periódicos
El filtro de amor de LucrecioSan Jerónimo decía que Lucrecio se volvió loco por culpa de haber ingerido un “filtro de amor” y que compuso el largo poema “De Rerum Natura” en los intervalos de lucidez que le permitía su locura, la cual la llevó a suicidarse a los 44 años de edad. Posiblemente el filtro del amor no fuese otro que las grandes cantidades de alcohol que Lucrecio tomaría y sus locuras, crisis de “delirium tremens”.
Gabriel García Márquez No teniendo siquiera dinero para enviar el manuscrito de ‘Cien años de soledad’ a un editor, Gabriel García Márquez dividió el libro en dos montones, mandando primero uno y después el otro. Pero un error hizo que enviara antes la segunda parte que la primera.
El Duque Louisi de La Vallière El Duque Louisi de La Vallière fue un importante coleccionista francés del siglo XVIII que adquirió enorme fama por su espléndida biblioteca. A su muerte en 1798, se subastó parte de su biblioteca (otra parte pasó a manos del marqués de Paulmy). La subasta duró la friolera de 181 dias y se obtuvieron 465.000 francos.
Libros escondidos en una casa antiguaEn el pueblo de Barcarrota, en 1992, durante las obras de una casa antigua, apareció una interesante biblioteca compuesta por una decena de impresos y un manuscrito, entre los que estaban el Lazarillo de Medina del Campo (1554); La muy devota oración de la emparedada, edición gótica en portugués; el manuscrito con el diálogo erótico La Cazzaria (La Carajería), de Antonio Vignali y los Comentarios clarísimos sobre la Quiromancia de Cocles por Tricasso de Mantua.
Manuel Altolaguirre El impresor Manuel Altolaguirre introdujo involuntariamente una errata en la tirada del poemario de un cubano, cambiando el verso ‘Yo siento un fuego atroz que me devora’ por ‘Yo siendo un fuego atrás que me devora’. Cuando repararon en el equívoco, el poeta cubano y el impresor cogieron una barcaza y tiraron todos los ejemplares a las profundidades de la Bahía de Cuba.
Processionarium fratum praedicatorumEn España, se dio el caso del Processionarium fratum praedicatorum impreso en Sevilla en 1494, del que se fueron guardando en un arcón los ejemplares que se iban deteriorando por el uso, de forma que en 1912 apareció un centenar de ellos, algunos comercializados por Barbazán y otros por Pedro Vindel.
Alfred Hitchcock y George Simenon Alfred Hitchcock telefoneó en cierta ocasión a George Simenon y, cuando le respondieron que el señor Simenon no podía ponerse porque acababa de empezar una nueva novela, el cineasta respondió: ‘Bueno, espero
Stephen Daye y la primera imprenta en Norteamérica
El honor de ser la persona que estableció la primera imprenta en América del Norte le corresponde a Stephen Daye, aunque en realidad fue el el acaudalado clérigo Jesse Glover quien decidió esta empresa y le contrató (por entonces Stephen era cerrajero) para ayudarle en esta tarea, a cambio de pagar sus pasajes y distintos utensilios (en total 51 libras). Ambos embarcaron a bordo del “John of London” junto a la familia de Stephen Daye: su mujer Rebeca, sus hijos y tres sirvientes. La fecha de su embarce era de el 7 de junio de 1638. Por desgracia para él, Jesse muere en otoño durante la travesía y su cuerpo es arrojado al mar.
La fuga de Julio Verne
Con ocho años, Julio Verne asistía en París a la escuela de madame Sambain, la viuda de un marino que le contaba anécdotas de los viajes que realizó con su esposo. Aquellos relatos despertaron su pasión por la aventura. Así, el escritor contó en su autobiografía, “Recuerdos de infancia y juventud”, que cuando su padre le mandó interno a un colegio,trató de fugarse mediante una cuerda que creó con sábanas. Para su desgracia (o quizás suerte) fue sorprendido por un jardinero.
Charles-Noël Martin relata en su libro La obra y la vida de Julio Verne que el muchacho realizó un segundo intento de fuga con once años. Pretendía llegar a Marsella y embarcar rumbo a las Antillas para conseguir un collar de perlas y regalárselo a su prima, de la que estaba enamorado. Por esa aventura se ganó una paliza de su padre, quien le hizo prometer que desde ese día solo viajaría con la imaginación
La inscripición del monasterio
En la biblioteca del monasterio de San Pedro de Barcelona hay una inscripción que dice:
"A aquél que robe, o se lleve en préstamo y no devuelva, un libro de su propietario, que se convierta en una serpiente en su mano y le desgarre. Que le aqueje la parálisis, y todos sus miembros se malogren. Que languidezca con dolor pidiendo a voz de cuello misericordia, y que no cese su agonía hasta que cante en disolución. Que los ratones de biblioteca roan sus entrañas como prueba del gusano que no muere. Y cuando por fin acuda a su castigo final, que las llamas del infierno lo consuman para siempre".
Rudyard Kipling
Un periódico al que el escritor Rudyard Kipling, conocido autor de El libro de la selva, estaba suscrito, publicó por error su epitafio. Inmediatamente Kipling le escribió a uno de los editores, pidiéndole que, ya que estaba muerto, que no se olvidaran de borrarlo de la lista de suscriptores.
El Ulises de Joyce
El Ulises, de Joyce, había sido rechazado en numerosas editoriales y, por parte de funcionarios de aduanas que obedecían órdenes superiores. Pero el libro aún no había sido vetado por la justicia, requisito era necesario para poder lograr un dictamen legal, favorable o no. La editorial norteamericana recurrió a un truco. Envió un funcionario a París, y obtuvo un ejemplar del libro. De vuelta a New York, un día muy caluroso, se encontró con aduaneros enervados por el bochorno que lo invitaron a pasar sin siquiera abrir las maletas. Pero el mensajero protestó y exigió que revisaran su equipaje porque llevaba un libro prohibido. El aduanero se quejó amargamente de que lo hicieran trabajar con semejante temperatura y cuando vio el cuerpo del delito comentó: "Pero si todos los turistas que vienen de Francia traen el Ulises".
Sin embargo se resignó, se hizo cargo del libro y lo puso en manos de sus superiores. Ahora por fin ya había una base para iniciar la querella, que terminó con el fallo absolutorio del juez, J.M. Wolsey, cuyo nombre no figura entre los grandes de la literatura, con torpe injusticia. Su Señoría dictaminó que el libro podía ser "vomitivo, pero no inmoral".
Lewis Carroll
Lewis Carroll se encontraba una vez en vagón de tren con una señora y su hija, que venía leyendo "Alicia en el país de las maravillas". Cuando la niña cerró el libro, él se puso a hablar con ella acerca de la historia; también se unió la madre a la conversación. Sin saber que su interlocutor era el autor de la obra, la mujer comentó: "¿No es triste lo del pobre Sr. Carroll? Se volvió loco, sabe...". "¿De veras? -preguntó el autor- nunca había escuchado eso". "Oh, yo le aseguro que es cierto, me lo contó alguien de quien no se puede dudar". Antes de separarse de ella, Carroll obtuvo permiso para enviarle un regalo a la niña, quien pocos días después recibió un ejemplar de "A través del espejo" con la dedicatoria: "Del autor, como recuerdo de un viaje agradable".
Giovanni Boccaccio
El culto por la adquisición en el Renacimiento tenía también su lado oscuro. En muchas ocasiones el coleccionismo compulsivo degeneraba en robo, y alguno de los grandes escritores y eruditos de la época sucumbieron aparentemente a este impulso, no sólo en el Renacimiento, sino a lo largo de toda la historia.
Se cree que Giovanni Boccaccio, autor del Decamerón y amigo de Petrarca, saqueó una biblioteca monástica en su búsqueda de una pieza sin descubrir de la literatura clásica.