Los trasanlánticos y las bibliotecas Siempre ha sido habitual encontrar pequeñas bibliotecas a bordo de navíos, tanto científicos como de combate. En el Museo Naval de Madrid, podemos observar perfectamente reconstruido el camarote del capitán, resaltando por encima de todo, los libros. La costumbre ha llegado hasta nuestros dias, pero destacan las bibliotecas que los grandes y lujosos trasanlánticos del siglo XIX y XX tenían en su interior.
Así, tenemos en 1891 el Campania disponía de 65 m2 de biblioteca o como no, el majestuoso Queen Mary en 1536 con la friolera de 5.000 libros divididas en 3 bibliotecas independientes (una para cada clase)
El incendio de la Biblioteca de Michigan Cuando uno empieza a enumerar el extenso listado de incendios, inundaciones y todo tipo de desastres naturales que han destruido bibliotecas con libros que en algunos casos, han desaparecido de la historia para siempre, algo parece removerse en nuestro interior. De todos los incendios, hay pocos tan absurdos (aunque me temo, que los hay) como el que el día 8 de febrero de 1951 destruyó la biblioteca de Michigan. Ese día, en el mismo edificio que albergaba la biblioteca pero unas plantas más arriba, un joven decide que la mejor forma de librarse del servicio militar es quemar los archivos donde posiblemente, figurase su nombre. Prende fuego a una papelera y el edificio termina ardiendo durante 16 horas. La biblioteca se encontraba en la primera planta y en ningún momento se vió amenzada por el fuego pero, se inundó completamente por el agua. Todos sus libros acabaron inservibles.
La gran inundación de Florencia El día 4 de noviembre de 1966 el río Arno se desborda a su paso por florencia. Toda los edificios bajos de la ciudad acabaron bajo sus aguas, entre ellos muchas bibliotecas.
En la de la facultad de filosofía y letras, el remedio fue fácil: tirarlos. Por suerte, en la Biblioteca Nacional Central, su director Emmanuele Casamassima ayudado por miles de voluntarios decidieron restaurar y secar cuidadosamente los 8 millones de libros que poseían en el fondo (afortunadamente, los más valiosos estaban en las plantas superiores).
A fecha de hoy, aún no se ha terminado.
La "Fortaleza de los escritos" En una de las salas del Palacio de Jerjes en Persépolis, los arqueólogos encontraron miles de sellos y efigies en barro, que demostraban sin género de dudas, que el lugar había sido destruido por un terrible incendio.
En una de sus salas llamada "la fortaleza de los escritos" se encontraban cientos de textos grabados en plomo o estaño que se suponían vivirían eternamente. No tendría que pasar mucho tiempo desde su creación para comprobar el terrible error. Entre las obras destruidas figurarían las dos unicas copias de los escritos de Zoroastro.
Según la leyenda cada copia contendría 200 veces mil letras de oro sobre 5200 cueros de vaca y afirma que una copia se salvó y luego fue destruida en Alejandría. ¿El culpable de todo esto? ... Alejandro Magno. Son muchos los que dudan que una figura formada al lado del mismísimo Aristóteles arrasara con Persépolis. Pero, también hay que recordar que Grecia vivió bajo el continuo azote Persa durante muchas generaciones. Sin duda, el odio a Persia debía estar muy arraigado en la cultura griega.
Los 72 helenizantesLa leyenda de los 72 helenizantes, hace referencia a los 72 judíos que estuvieron confinados dentro de la isla donde se encontraba el gran faro de Alejandría (una de las maravillas del mundo en ese momento), cada uno en celdas separadas y que recibieron el encargo de traducir al griego el Pentateuco. Durante los seteinta y dos dias que estuvieron traduciendo no tuvieron ningún tipo de contacto con otras personas y no fue hasta el final de la obra, que pudieron regresar al continente.
Tal es la razón por la que hasta la actualidad todos los años tiene lugar una celebración y una general reunión en la isla de Faro.
El Ente dilucidado "El ente dilucidado. Discurso único novíssimo que muestra ay en naturaleza animales irracionales invisibles y quales sean" es una rara obra escrita en el año 1676, siendo escrita por el capuchino Fray Antonio de Fuentelapeña, que trata sobre todo tipo de rarezas: fuegos fatuos, trasgos, duendes etc.
Palau se refiere a este libro con las siguientes palabras: “Libro extravagante [...] obra llena de los absurdos más monstruosos, de las vulgaridades más necias, y hasta de las indecencias más soeces; [...] Al darse cuenta los padres de la orden del autor, de los enormes disparates que contenía el libro en cuestión, inutilizaron los ejemplares que caían en sus manos, o arrancaban los frontispicios grabados, en donde consta el nombre del autor. Por lo demás, tiene valor comercial por tratarse del primer libro español que trata de la Aviación o arte de volar.”
Monstruorum historia Monstruorum Historia, cum paralipomenis historiae omnium animalium (Bononiae, Typis Nicolai Tebaldini, imp. Marci Antonii Berniae, 1642) es una obra escrita por Ulisse Aldrovandi (1522 - 1605), naturalista italiano y creador de uno de los primeros jardínes botánicos del mundo: el de Bolonia.
Es un libro editado tras su muerte que recopilaba todo tipo de malformaciones tanto en personas como en animales e incluía grabados y descripciones de aquellos seres monstruosos con los cuales navegantes y descubridores habían inundado la imaginación colectiva de le época.
Practica de conjurar, en que se contienen exorcismos y conjuros contra los malos espíritus… Obra escrita por el trinitario Fry Luis de la Concepción y publicada en 1673 en Alcalá de Henares donde enseñaba Teología. En este extenso libro de magia, se detallan diferentes formas de invocar a las fuerzas de la naturaleza, espíritus y demonios, incluyendo también las precauciones que ha de tomar el mago en cada caso.
Testigo directo de la epidemia de endemoniados que asoló el pirineo aragonés durante la década de 1630. Así cuenta como mujeres que se estaban confesando salían por los aires despedidas quedando colgadas de los más altos riscos, cabeza abajo sin que se les bajasen las faldas, como si los diablos causantes fuesen puritanos o como todo el granizo de una tormenta cayó en un espacio muy reducido formando una torre más alta que la de la iglesia, evitando así los daños en los campos.
Disquisitionum magicarum libri sex Martín Antonio Del Rio (1551-1608) fue un Jesuita español, nacido en Amberes.
Su libro Disquisitionum magicarum fue publicada en tres partes entre los años 1599 y 1600 y reimpresa una veintena de veces, en la cual establece una relación directa entre brujería y las herejías de la época. Se convirtió un auténtico best-seller de la época y así, fue usado en los juicios de Salem de 1692.
Voltaire sin embargo, lo calificó de "procurador general de Belzebú"
Angeles y Demonios (Dan Brown) En la película del mismo nombre, el protagonista accede a la Biblioteca Vaticana (por cierto, muy alejada de la realidad) y abre un libro de Galileo llamado "Diagramma Veritatis". En la portada aparece claramente el escudo de la casa Elzevir. Posiblemente se trate de un homenaje a la publicación de la obra de Galileo: "Discorsi e dimostrazione matematiche intorno a due nuove scienze" por parte de los Elzevir, considerada la primera y más importante discusión de física moderna.
El libro fue enviado secretamente a los Elzevir en 1638, asumiendo el riesgo de ser perseguidos por la inquisición por el temor a que de no ser publicado, el texto podría perderse para siempre.
Agustín Calmet Monje benedictino francés, exégeta católico e ideólogo de la Inquisición. Se considera el primer estudioso de los fenómenos vampíricos, muy de moda en la primera mitad del siglo XVIII una vez superados el miedo a las brujas que atenazó el viejo continente.
Es el autor de "Dissertation sur les aparitions des anges, des dèmons, les oupires ou vampires, brucolaques ... (1571)", auténtico tratado sobre vampiros; cuándo está realmente muerto, la energía que mueve su cuerpo, etc.
Bernardo Robredo Médico formado en la facultad de Medicina de Alcalá, ejerció en Andújar de donde era natal. Dedicó la obra "Dilucidación nueua y estudiosa de las singulares virtudes, y marauillosos efectos de la mandragora: donde se disputa la fuerza que tiene en las mugeres para concebir...", que se imprimió en Córdoba en el año 1646.
Es un tratado sobre la mandrágora conocida por sus efectos somníferos y alucinatorios desde la antiguedad. Estudia su efecto sobre la esterilidad femenina gracias a lo cual, fue un remedio empleado en magia amorosa durante siglos.
Jerónimo Cortés Autor del "Tratado de los animales terrestres y volatiles, y sus propiedades" (Valencia, 1672), describe en esa obra la leyenda que circulaba en torno al medicamento mágico que se extraía de la pezuña del unicornio, animal de egran fuerza que sólo se dejaba cazar en presencia de una doncella virgen que le mostrase su pecho desnudo.
Además, narra la llamada "piedra del águila" que procedente de Persia y, una vez atada al muslo de la mujer parturienta (uno u otro dependiendo de si se creía era macho o hembra) conseguía ensanchar el canal de parto.
Antonio Magliabecchi Antonio Magliabecchi ha sido descrito como un glotón literario, dado que leyó todos y cada uno de los libros y catálogos que caían en sus manos. Su biblioteca personal contenía unos 40.000 volúmenes y 10.000 manuscritos. Su casa estaba literalmente desbordada por los libros que eran su única decoración.
Tenía fama de feo, grosero y según parece pasaba todo el día sentado en el mismo sillón, donde leía, dormía y comía siempre sin interrumpir la lectura. Los restos de la comida se descomponían al lado de los libros que por otro lado, eran los únicos muebles de la habitación.
Pero lo que hacía único a éste personaje era su extraordinaria memoria capaz de recordar cada libro de su biblioteca y cada página o documento que había leido. Se han contado muchas historias acerca de su impresionante memoria. Una de las más conocidas de estas historias dice que cuando Cosme le pidió un libro extremadamente raro, él contestó:
"Señor, sólo hay una copia de ese libro en el mundo; está en la biblioteca del Gran Señor en Constantinopla, y es el décimo primer libro de la segunda estantería a mano derecha según se entra.".
Para saber más de este personaje, mira en la sección “Biografías”
Las subastas de libros La costumbre de subastar libros proviene del siglo XVII cuando un eclesiástico inglés llamado Joseph Hill decide a la muerte de un clérigo en 1676 subastar sus libros.
La subata tuvo un enorme éxito y a partir de entonces, ha sido una costumbre que perdura hasta nuestra época.
George Sumner Una historia contada por Wendell Phillips, narra que un inglés fue a Roma y estaba ansioso por saber si se encontraba en la Biblioteca Vaticana un cierto libro. Preguntados varios asiduos ninguno supo darle la respuesta.
Finalmente, le hizo la pregunta a uno de los secretarios de un cardenal y después de unos momentos de duda, éste le dijo: “No señor, no lo sé. pero hay un joven en Boston que lo sabrá sin duda”. Este hombre fue a Boston y le preguntó al joven de nombre George Sumner y éste le dijo: “Si, en la 10ª sala, la tercera estantería, tal como entras, el séptimo libro a la derecha”.
El archivo notarial de la Iglesia del Patriarca En la Iglesia del Patriarca de Valencia, se esconde un gran tesoro: veintinueve mil registros de dos mil doscientos notarios: los actos mercantiles y base de la historia social de Valencia desde el año 1370 hasta 1890.
Los archivos ocupan decenas de habitaciones ocupando con estanterías de suelo a techo y sin ni un solo hueco libre. Su enorme tamaño hace muy difícil su clasificación y estudio y hasta ahora, nada de esto se ha podido acometer.
Estos archivos fueron rescatados a principios del siglo XX pues estaban siendo usados como envoltorios por unos traperos. Su coste, casi cero. “Eran papeles viejos que no valían para nada”
Don Vicente, el monje asesino.Max Sander, bibliógrafo norteamericano, escribió en el Journal of Criminal Law and Criminology, en el año 1943, en un artículo titulado “Bibliomania“, en el se narraba el siguiente caso de asesinato:
Don Vicente era un monje bibliotecario de una abadía cisterciense cercana a Tarragona. Una noche del año 1830 el monasterio sufrió un robo y entre el botín que los cacos se llevaron se encontraban algunas preciosas joyas incunables de la biblioteca.
Don Vicente, poco después, abandonó los hábitos y el monasterio y se estableció como librero de viejo en Barcelona. En el año 1836 salió a la venta el ejemplar, supuestamente único, de los Furs e Ordinations de Valencia, obra salida de los talleres de Lambert Palmart y que se encontraba entre los ejemplares robados.
Un pequeño consorcio de libreros, encabezado por un tal Augustino Patxot, consiguió hacerse con el ejemplar deseado en la puja entre rivales y, tres días después de que esa enajenación sucediera, Patxot fue encontrado carbonizado entre los escombros de su librería, reducida a cenizas tras el incendio que se había declarado. Lo mismo ocurrió con los cuatro valedores de Patxot -un párroco, un poeta, un juez y un regidor-, hallados muertos en las inmediaciones de Barcelona al cabo de los días.
La policía investigó a Don Vicente, encontrando en una de las estanterías altas más inaccesibles, el ejemplar de los Furs y, también, libros que habían pertenecido a cada uno de lo asesinados. Éste confesó el crimen
tras asegurarle que su biblioteca sería conservada íntegramente, sin división ninguna. En el juicio , Don Vicente argumentó que “todos los hombres tienen que morir, antes o después, pero los buenos libros deben de ser conservados”. Además cuando su abogado argumentó que el libro en absoluto era único, que existía otro ejemplar similar de los Furs en Francia, Don Vicente gritó: “¡Mi copia es única!”