Vicente Salva y Perez
Primeros años de Vicente:
Vicente Salvá y Pérez nació en Valencia, el diez de noviembre de 1786. Desde muy pequeño su padre, empresario de la seda y gran lector, le inspiró la aficción por la lectura y los libros.
Estudió la carrera de Filosofía en la Universidad de Valencia, a la que accedió con la corta edad de trece años. Destacó como alumno y fue brillante en los estudios de lengua griega. En octubre de 1802, inició sus estudios de Teología. Mientras tanto, realizaba los exámenes preparatorios para el acceso a la clase de opositores a cátedra, en la que fue admitido en 1804. A los diecisiete años obtuvo la habilitación para opositar a una cátedra de griego, caso único en los anales de la Universidad de Valencia.
Ese mismo año comenzó sus estudios de Derecho. En 1805, con dieciocho años, se presentó a oposiciones a la cátedra secun daria de Lengua Griega de los Reales Estudios de San Isidro en Madrid. A pesar de superar brillantemente todos los exámenes, el tribunal no le concedió la plaza, manifestando que se le cita en segundo lugar debido a su juventud. Defraudado, volvió a Valencia, donde prosiguió sus estudios y ejerció como sustituto en la cátedra de Griego de la Universidad de esta ciudad. Cuando contaba veinte años, le llamó el claustro de lenguas de la Universidad de Alcalá de Henares para ocupar como sustituto la cátedra de Griego de aquella Universidad. Sus aspiraciones a opositar a esta cátedra se vieron frustradas por el comienzo de la Guerra de Independencia.
«Mallén, Salvá y Cía.»
En 1808, ante la invasión francesa, marchó a Valencia, donde se dedicó, desde 1809, al comercio y la edición de libros. Vicente Salvá llevó a cabo una gran labor como gramático y bibliófilo. Entró en contacto con el mundo editorial al contraer matrimonio el 30-8-1809 con La hija del librero francés Diego Mallén, Josefa (1775; +8-3-1850). Al fallecer éste, se asoció con su cuñado, Pedro Juan Mallén, en la empresa «Mallén, Salvá y Cía.». La librería Mallén era considerada en la época una de las mejores de España, estaba situada en Valencia, en la calle de San Vicente n.º 18. La sociedad estuvo gestionada desde el extranjero por el propio Salvá, además de los sobrinos de Mallén, los Berard.
Así pues, Salvá inicia aquí lo que más tarde desarrollará ampliamente y que será la base de su prestigio y fortuna posteriores: la labor editorial y la selección de libros antiguos.
La librería de Mallén y Salvá desarrolló sus actividades sin ser molestada hasta 1817, pero en ese año la Inquisición fijó su atención en dicha librería, ordenando un minucioso registro que duró quince días, encontrando los ejecutores del Santo Oficio que entre otros libros, se vendía El contrato social de Rousseau, de cuya edición clandestina se les acusaba. Se trataba de una rara edición publicada supuestamente en Londres en 1799 y en cuya portada aparecía “Segunda edición” y sin nombre de traductor. Supuestamente atribuida a Jovellanos, fue obra de otro liberal: El Ábate Marchena, que para esconder su nombre y origen, colocó una portada falsa (ya que se trataba de la primera edición castellana publicada en París).
El tribunal valenciano continúa acosando al librero Pedro Juan Mallén Salvá y Compañía y, en contra de la opinión de la Suprema, acude directamente al Rey, quien autoriza el registro de «la correspondencia y libros de caja» de los citados libreros, siendo éstos incautados por el Santo Oficio.
Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Salvá emprendió el viaje al exilio italiano. En Roma, solicita y consigue del Papa Pío VII una licencia para leer, adquirir y conservar libros prohibidos, alegando sus estudios universitarios y el deseo de adquirir mayores conocimientos.
Regresó en marzo de 1820 con la aureola de hombre culto, perseguido por el absolutismo y apoyado por la masonería. El 3 de abril fue elegido concejal, comenzando una brillante carrera política. Fue diputado a Cortes por Valencia entre 1822 y 1823, y ocupó el puesto de secretario de las misma.
Huida de España:
A comienzos de octubre de 1823, acaba en España el Trienio Liberal. Fernando VII estrena su mandato absolutista firmando la sentencia de muerte de los Diputados Constitucionales que votaron en Sevilla, la suspensión de sus funciones como Rey. Vicente Salvá, diputado constitucional, tiene que abandonar con precipitación la ciudad de Cádiz y buscar refugio en Gibraltar. Allí permanece, junto con su famil durante un año y viendo que los acontecimientos en España no le eran propicios se traslada finalmente a Londres.
Vicente Salvá abre en Londres con ayuda de algunos amigos la Librería Española y Clásica, en el número 124 de Regent Street. El establecimiento se convierte en lugar de encuentro y reunión de los exilados españoles. Fue también profesor de griego en el Ateneo español de Londres, fundado en 1829.
Los Catálogos de libros españoles y portugueses que publicó en 1825 y 1826 se hicieron prontamente famosos entre los bibliófilos de todo el mundo, aunque circularon poco por España. Colaboró en el Repertorio Americano (Londres, 1827) y publicó además una celebérrima y reeditadísima, con muchas correcciones y ampliaciones, Gramática de la lengua castellana, Belfast, 1827, segunda edición París 1830. Junto con la Gramática de Andrés Bello, forma la pareja de gramáticas clásicas del siglo XIX, en cierto modo complementarias, ya que lo que en Vicente Salvá es sobre todo empirismo y casuística en Bello es profundo análisis y teoría lingüística.
En 1830, Vicente Salvá decide abandonar Londres e instalarse en París, dond e publicará la mayor parte de su obra gramatical y lexicográfica y además funda la Librería Hispano-Americana. La librería desarrolla gran actividad editorial y actúa también como centro del exilio liberal. Salvá siempre está presto y atento a socorrer a los refugiados españoles que huyen del despotismo fernandino. De esta manera, durante unos meses, tiene como ayudante en la librería al militar Antonio Caruana y Martín de Alcántara (su hermano Peregrín Caruana, estaba casado con la sobrina de Salvá, María Rosario Berard y Mallén, nieta de Diego Mallén). Antonio Caruana tras defender la ciudad de Alicante del ataque absolutista tuvo que capitular la plaza y emprendió camino del exilio parisino.
Como los liberales que emigraron, tuvieron todos en común la enemiga al absolutismo y a la Inquisición. Las escritas en castellano se tradujeron pronto al francés y, sobre todo, al inglés pues fue en Inglaterra donde sus autores contaron con mayores simpatías. Huelga decir que, excepto en la época de las Cortes o ya durante el Trienio, si hubo ediciones castellanas, éstas se imprimieron fuera de España.
Este fue el caso de La Bruja, o cuadro de la Corte de Roma(París, 1830). Novela hallada entre los manuscritos de un respetable teólogo, grande amigote de la curia romana. En la obra, El pretendido editor de La Bruja afirma que encontró el manuscrito entre los papeles de un clérigo difunto, y el autor de la “novela” compara ésta con un Diablo Cojuelo eclesiástico pues asegura que tras aplicarse el unto que le vendió una bruja de Huete, voló hasta la Luna, desde donde contempló la Tierra y en ella a Roma y a los cardenales. Y ya desde la cúpula de San Pedro ve pasar una procesión de Papas y de sus víctimas, lo que le da ocasión para comentar el sangriento historial del Pontificado. Al final, despierta de su agitado sueño.
Otras obras son Don Termópilo o defensa del Prospecto del Doctor Puigblanch. Por Perico de los Palotes, Londres, 1829, e Irene y Clara o la madre imperiosa, París, 1830.
Regresa a España hasta 1835. Fue diputado por Valencia en las constituyentes de 1836-1837, en las que fue otra vez secretario.El año sieguiente escribió Apuntes sobre la propiedad literaria, Valencia, 1838.
Es de vuelta a París donde publicó chez l´auteur en 1846 su Nuevo diccionario de la lengua castellana que comprende la última edición íntegra, muy rectificada y mejorada, del publicado por la Academia Española y unas veintiséis mil voces, acepciones, frases y locuciones, entre ellas muchas americanas, añadidas por don Vicente Salvá. El título de la obra es toda una declaración de principios y una clara exposición de su plan: reconoce su deuda con el diccionario académico, pero defiende la objetividad en el tratamiento del léxico y en la definición de las palabras; abandona los planteamientos puristas y elitistas de la Academia e intenta ponerse al día de lo que se estaba haciendo en la Europa de su tiempo.
En los últimos años de su vida hubo de sufrir, sin embargo, la furibunda crítica de otro gramático y lexicógrafo, Pedro Martínez López, lo que dio lugar a una considerable polémica, que no debe extrañar en el contexto de la lingüística española del XIX, ya que no fueron infrecuentes.
Los catálogos que publicó entre 1826 y 1847 son los más notables de la época. Fue el iniciador de una gran biblioteca, continuada por su hijo cuyo catálogo es considerado una de las obras maestras y pieza fundamental de la bibliografía española.
Muere en París en 1849. Su mujer, Josefa moriría un año después.
Pedro Salvá y Mallén
Su hijo Salvá y Mallén, Pedro (1811-1870) publicó la obra “Catálogo de la biblioteca Salvá. Enriquecido con la descripción de otras muchas obras, de sus ediciones, etc”. Valencia. Imprenta Ferrer de ORgam 1872. 2 volúmenes.
Es el catálogo de la biblioteca reunida por su padre, con descripciones detalladas, incluyendo además ilustraciones y facsímiles de las portadas en algunos casos.
En el año 1873 Ricardo Heredia y Livermoore (1831-1896), conde de Benahavis, bibliófilo muy culto, políglota y erudito adquirió la biblioteca formada por los libreros Vicente Salva Pérez y su hijo Pedro Salva y Mallén, considerada una de las mejores bibliotecas del momento, no solo por el número de volúmenes y rareza de las ediciones, sino por el acierto con que se hallaba colocada y buen gusto de sus lujosas encuadernaciones. Estos libreros lograron reunir algo más de 4000 volúmenes muy escogidos y cotizados por los bibliófilos.
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Bibliografía:
Alberto Gil Novales, Diccionario biográfico del Trienio Liberal, Madrid: El Museo Universal, 1991.
Pere Bohigas. Mirall d&una llarga vida. Institut d'Estudis Catalans, 2001
Diegomallen.blogspot.com
Antonio Astorgano. El inquisidor Rodríguez Laso y el ocaso de la Inquisición valenciana (1814-1820). .Cuadernos de Ilustración y Romanticismo, 13, Cádiz, Publicaciones de la Universidad, 2005.
Wikipedia
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